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martes, 13 de diciembre de 2016

-13 de diciembre de 2013-

Tres años. Mil noventa y cinco días. Veintiséis mil doscientos ochenta horas. Y tan solo quedan dieciocho días para que el año termine. Parece un día, otro día más en la vida de muchos pero no en la nuestra. Aunque otros dirán que es Martes y es 13.
Hoy por la mañana me ha sonado el teléfono, la persona que más te ha querido me ha llamado y me ha pedido que te escriba a ti, pero esto no es mío ni de ella, es de todos. Hoy voy a poner voz a todas las personas que hoy sienten lo mismo que yo. De todas y cada una de las personas que han vivido, han reído, han sufrido y han luchado contigo. De todos los que un día te hemos y seguimos queriéndote. Porque una persona no muere cuando está presente, en las comidas, en las cenas, en las reuniones, en nuestras vidas. Muchas veces cerramos los ojos para poder verte, poder soñarte, poder rozarte, poder tenerte. Ojalá poder estar contigo mejor que en este mundo tan desigual e injusto. Ojalá poder frenar los días y los años y volver atrás donde no faltaba nadie en la mesa y donde estabas tú.
No quiero que huela a carta de despedida. Tampoco a un triste conmemoración de lo que fueron tus años con nosotros. No. Quiero que estas líneas seas tú. Quiero que todos los que leamos esta carta nos emocionemos, recordemos, pero sobre todo, quiero que sonriamos. Sí, habéis leído bien. Sonreír de felicidad, de emoción, de nostalgia, de recuerdos. Por ti, por él, por nosotros.

De ella para ti. De tus hijos para ti. De tus sobrinos para ti. De tus cuñados para ti. De tus amigos para ti. De todos y cada uno de nosotros para ti. Te querremos siempre querido ángel.

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