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lunes, 18 de abril de 2016

Diez minutos, mil historias.

Voy dirección de mi casa, estoy hambrienta y tengo sueño. Ha sido una mañana relajada a pesar del trabajo y me siento realizada conmigo misma. Por fin ha llegado mi momento de relax, de evadirme de todo, sumergirme en mis pensamientos y observar. Mis oídos se zambullen en la música y comienzan las historias, una tras otra.
La primera comienza con la típica señora que tengo frente a mi. Lleva un jersey de lentejuelas, pantalones con brillantina y botines bajos con unos calcetines que sobresalen hasta los tobillos. Se dispone a leer una revista de prensa rosa mientras con cara de sorprendida continua leyéndola. Curiosamente la misma disposición de asientos a mi izquierda, pero en este caso ambas realizan la misma acción, la cual corresponde con la de la primera señora que esta junto a mi. También puedo observar a una mujer hablando con un hombre, puedo ver la cara de ella, cansada, parece evadirse de la conversación, simplemente asiente mientras toquetea su anillo, probablemente este nerviosa o preocupada. 
Anuncian mi próxima parada y se terminan las historias dentro del vagón pero continua mi historia, fuera, en dirección a mi casa. Son tantas las personas que vemos al día e inexplicables e innumerables las historias que somos capaces de imaginar y crear. 

Hasta pronto queridos desconocidos. 

Firmado: una pasajera más de un vagón de tren cualquiera. 

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