Nueve horas y cuatro minutos de la mañana del uno de noviembre de dos mil quince, comienzo a comprender la vida.
Cada día que pasa, hay un sentimiento nuevo, cada día ocurre algo nuevo, cada día hay una persona nueva intentando ocupar tu sitio pero no, no pueden y tampoco podrán. Hace dos años que todo cambio, hace dos años que mi vida cambió, hace dos años que comprendí lo que es sufrir, supe lo que es llorar hasta quedarse sin lágrimas, que no haya consuelo que alivie el dolor, al cual conocí en persona, pero sobretodo, comprendí lo que es vivir sin ti.
He acabado comprendiendo que aunque los días pasen y la vida se desmorone, tu siempre estarás presente. Siempre. Hoy comienza un nuevo mes pero lo que todavía no comprendo es porque tienes que tener un día específico para recordarte, para mi, todos los días son tuyos porque estás en todos ellos. Aunque claro yo voy al revés del mundo, qué raro. Suelo comenzar por el título y con un texto vacío, sin palabras, sin sentimientos pero mira dónde he llegado, todo lo que llevo escrito ya, ¿quién me lo iba a decir? Y sí, gracias a ti, aunque no lo leas, mas ni siquiera sepas de su existencia, gracias a ti.
Porque te he querido, porque te quiero y porque siempre te querré.
En memoria de un Ángel.
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